UPSA: La continuidad de
una gran universidad

Universidad Pontificia de Salamanca

La Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) surge en 1940 para dar continuidad a las antiguas facultades eclesiásticas de la Universidad de Salamanca, suprimidas por real orden del 21 de mayo de 1852.
La Universidad de Salamanca fue fundada por el rey Alfonso IX de León en 1219 y quedó definitivamente constituida, en su doble carácter de Real y Pontificia, por Alfonso X el Sabio, el 8 de mayo de 1254.
El 25 de septiembre de 1940, Su Santidad Pío XII, a petición del Episcopado Español, restauró las Facultades de Teología y Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Salamanca.
La UPSA, en su objetivo de responder a las necesidades sociales -desde su resurgimiento en 1940- ha desarrollado una oferta formativa que ha dado paso paulatinamente a nuevas titulaciones.

Historia

La Universidad Pontificia de Salamanca nace el 25 de septiembre de 1940, fecha en la que el Papa Pío XII firmó el Decreto de Fundación, accediendo a la petición de la Conferencia Episcopal Española. Los obispos españoles hicieron suyo el deseo del cardenal Enrique Pla y Deniel, auténtico artífice de la Universidad , quien no cesó en su empeño de restaurar los estudios de Teología y Derecho Canónico, suprimidos por la desamortización de Mendizábal el 21 de mayo de 1852.

La UPSA, por tanto, aunque surge como tal en el siglo XX, hunde sus raíces en el XIII, cuando el Rey Alfonso IX de León fundó el Estudio Salmantino en el invierno de 1218-19. No obstante, el verdadero impulsor de esa naciente Universidad salmantina fue el Rey Alfonso X el Sabio, quien le otorgó el Estatuto de 1254, conocido también como la Carta Magna del Estudio Salmantino, que representa un cuadro legal y una base económica espléndidos. Con este estatuto, la Universidad quedó definitivamente constituida en su doble carácter de Real y Pontificia. En esa época el apoyo de la Iglesia resultó decisivo para el sostenimiento tanto académico como económico de la institución.

Un gran benefactor de la Universidad en Salamanca fue el Papa Benedicto XIII (Pedro de Luna), quien trabajó por una mejor dotación de la Universidad y le concedió la Facultad de Teología en 1380.

La alianza entre la Teología y el Derecho Canónico fue una de las claves del protagonismo que la Universidad salmantina tuvo en el Siglo XVI. La Universidad se manifestaba ya en esta época alejada de la idea de Academia de saber gratuito para mostrarse como una forja de profesionales en distintas ramas del saber que han de ejercitarlo en docencia o servicios.
La relevancia de la Facultad de Teología se mantuvo durante todo el Siglo XVI siendo ésta la Facultad que más brilló y provocó el nacimiento de la llamada Escuela de Salamanca, gloria estelar y universal de la institución universitaria. Nombres como Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Martín de Azpilcueta o Fray Luis de León escriben la historia de la Universidad.

Esta buena relación entre la Iglesia y la Universidad sufrió profundos cambios con los gobiernos liberales que rigieron España en el Siglo XIX. En 1852 Teología y Derecho Canónico fueron excluidos de la Universidad por la desamortización de Mendizábal. La Iglesia española quedaba así privada de un elemento esencial, con negras previsiones de descabezamiento y de vaciamiento intelectual para el futuro. La Universidad afrontaba el futuro por otros derroteros, pero sacrificaba una parte importante de su historia, sin duda, la más gloriosa.
Para colmar este vacío, Pío XII, a petición del episcopado español, restauró el 25 de septiembre de 1940 las dos facultades en la Universidad Pontificia de Salamanca. Así, Teología y Derecho Canónico constituyeron el núcleo de la Universidad Pontificia.

La recuperación de las facultades que mayor esplendor dieron a la Universidad salmantina en siglos anteriores convierte a la Pontificia en legítima heredera de un pasado memorable, completando con su existencia un vacío producido en la Universidad de Salamanca.

Las diócesis españolas y las órdenes religiosas concentraron sus esfuerzos de nuevo en Salamanca, reuniendo profesores, alumnos y teologados. La Iglesia volvía a estar presente activamente en tareas universitarias y hacía que el renombre histórico de Salamanca volviese a unirse a disciplinas y saberes que la hicieron inmortal.
Cinco años después de la creación de la Universidad Pontificia, en 1945, se creó la Facultad de Filosofía a la que seguirían los estudios de Filología Bíblica Trilingüe (1949), Ciencias de la Educación (1958) y años más tarde, los de Psicología (1971), Ciencias Políticas y Sociología (1971), Comunicación (1988), Informática (1990), Enfermería, Fisioterapia y Ciencias del Seguro, Jurídicas y de la Empresa.
Durante los primeros años de vida de la Universidad, entre 1943 y 1948, hubo algunos intentos para integrar las dos universidades salmantinas, que se repitieron entre 1966 y 1969, aunque sin éxito.
En los últimos años, esta institución ha apostado por la formación de posgrado ofreciendo innovadoras titulaciones que facilitan la formación continua y favorecen la especialización profesional.

Actualmente, la Universidad Pontificia tiene una amplia y diversificada oferta de titulaciones, dobles titulaciones, posgrados y títulos propios. La Universidad Pontificia ha conseguido en sus más de ochenta años de historia situarse como un referente en el panorama educativo español e internacional.

Declaración de identidad

Texto aprobado por la Asamblea Plenaria de la conferencia Episcopal Española (Abril, 2000)

La Universidad Pontificia de Salamanca, inserta en la gran tradición universitaria de Europa, hunde sus raíces en el siglo XIII cuando de la colaboración entre el Papa y el Rey surgió una institución capaz de aunar los saberes sobre el hombre, la sociedad, la naturaleza, la historia y Dios.
La actual Universidad Pontificia de Salamanca fue erigida en 1940 para restaurar las facultades de Teología y Cánones, alejadas de las aulas universitarias españolas en 1852. Su proyecto, estructura y organización actuales cristalizan en los años 70, convirtiéndose en Universidad de la Conferencia Episcopal Española, asumiendo plenamente el espíritu y el mensaje del Concilio Vaticano II e insertándose con clara voluntad de participación en la nueva situación española.
La vida de la Iglesia Católica, la cultura y sociedad española, su proyección integración en Europa e Hispanoamérica y la misma historia salmantina son los marcos y matrices que orientan y sostienen su quehacer.

Hace suya la definición de Universidad de la “Carta Magna de las Universidades Europeas”: “Una comunidad académica que de modo riguroso y crítico contribuye a la tutela y desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las comunidades locales, nacionales e internacionales”.

Es una Universidad Católica y, en cuanto tal, se identifica en su configuración, objetivos y medios, con las características señaladas por la Constitución Apostólica “Ex Corde Ecclesiae” y por el Decreto General de la Conferencia Episcopal para su aplicación a España, según se detalla en los números siguientes. Su finalidad es garantizar de forma institucional una presencia cristiana en el mundo universitario de cara a los grandes problemas de la sociedad y de la cultura.

La Universidad Pontificia de Salamanca trata de contribuir a la tutela y desarrollo de la dignidad humana desde una concepción cristiana del hombre. Proclama que todo lo que existe en la tierra debe ordenarse al hombre como su centro y culminación, puesto que es imagen de Dios. Cree en la capacidad humana para alcanzar la verdad y para hacer bien, reconociendo las limitaciones que le son inherentes en el camino de su realización. Defiende la grandeza de la conciencia y de la dignidad de la libertad. Se esfuerza en promover la solidaridad y la fraternidad humana, que tiene su fundamento en la filiación respecto del único Dios Padre, quien nos constituye responsables de nuestros prójimos, especialmente de los débiles y pobres. Afirma el sentido de la unidad y universalidad de lo humano. Desde la fe cristiana quiere ayudar a la formación integral de los universitarios, reconociendo que Jesucristo descubre al hombre la grandeza de su vocación y da sentido y plenitud de sus aspiraciones. Trabaja por una educación no solo intelectual o de habilidades profesionales, sino de la persona en toda su riqueza, que incluya la inserción en la historia y la apertura a la transcendencia.
Para lograr estos objetivos la Universidad ofrece a sus alumnos, además de los contenidos y enfoques apropiados de cada disciplina, un ambiente propicio para cultivar los valores que fundan la institución, enseñanzas de Teología, Ética profesional y Doctrina Social de la Iglesia, junto con servicios de Pastoral universitaria.

En la selección de candidatos al profesorado se valorarán, además de la calidad científica y pedagógica, la rectitud de doctrina y la integridad de vida, el sentido de trabajo en equipo e interdisciplinar, la dedicación a la Universidad y la atención a los alumnos. Todos los profesores son responsables de promover o, al menos, respetar el carácter católico de la Universidad.
En la docencia la Universidad respeta la libertad de cátedra de acuerdo con los principios y métodos de la ciencia y dentro de la exigencias de la verdad y del bien común. Respeta igualmente la libertad religiosa y de opciones políticas de profesores y alumnos; pero no es el lugar para manifestaciones de partidos políticos, ni para iniciativas de otras confesiones religiosas.

En relación a los alumnos, la Universidad Pontificia de Salamanca quiere ser el ámbito de preparación para su futura vida de trabajo y la escuela de aprendizaje humano, cristiano y profesional. Anima a sus estudiantes a que integren armónicamente la fe con la vida y a que, a través de su trabajo profesional, sean capaces de imbuir la cultura y sus manifestaciones de valores cristianos. Que puedan ser testigos de la Buena Noticia en la sociedad actual y protagonistas de una nueva cultura inspirada en la fe, esa de que ha sido y está llamada a ser fuente inagotable de creaciones humanas en el arte, la ciencia, el pensamiento y la política.

Los directivos y el personal con dedicación estable a las tareas universitarias desempeñan una función primordial en el mantenimiento de la identidad y en el cumplimiento de la misión de la Universidad. En la elección o contrato para los cargos, se designará a aquellos candidatos que sobresalgan por su rectitud de doctrina, integridad de vida e identificación con los objetivos institucionales, además de sus cualidades para la función que se les encomienda y de su estima por parte de la comunidad universitaria.

Todos los miembros de la comunidad universitaria, que colaboran de una u otra manera, son responsables de la buena marcha de la Universidad.

Las Facultades Eclesiásticas ocupan un puesto central en la Universidad Pontificia de Salamanca, no solo porque fueron su embrión germinal, sino por el significado que tienen en la concepción misma de la Universidad y el servicio que han de prestar para que pueda cumplir su misión. La teología desempeña un papel particularmente importante en la consecución de una síntesis del saber y en el diálogo entre fe y razón. Ella ayuda a las otras disciplinas en su búsqueda de sentido y ejerce una función orientadora, a la vez que crítica. Al mismo tiempo, la inserción en el ámbito universitario y la interacción con las otras disciplinas enriquece a las disciplinas eclesiásticas proporcionándoles una mejor comprensión del mundo , de sus posibilidades y de sus necesidades en orden a la evangelización.

La Pastoral Universitaria forma parte integrante de la estructura y objetivos de esta Universidad. Constituye una presencia viva de la Iglesia para profesores y alumnos, en orden a dar a conocer a Jesucristo y su Evangelio , fundamentar la fe, celebrarla en comunidad eclesial y ayudar al compromiso cristiano. Desarrolla sus actividades en armonía y colaboración con el Obispo diocesano.

La Universidad Pontificia de Salamanca tiene una clara vocación de servicio a la sociedad. La sirve especialmente por la defensa teórica y práctica de los valores propios de la concepción católica del hombre. Para el ejercicio de su tarea le asiste al derecho a recibir ayudas de la administración pública, de las instituciones sociales y de cualquier ciudadano . No se mueve por el ánimo de lucro y apoya a aquellos estudiantes que, reuniendo las condiciones necesarias para formarse en la Universidad, carecen de medios económicos suficientes.

Como Universidad de la Conferencia Episcopal Española, desde su propia vocación universitaria está llamada a colaborar en las tareas culturales sociales y evangelizadoras que la Iglesia lleva adelante en España. Realizará esta colaboración en formas múltiples, como el asesoramiento en las cuestiones que reclaman iluminación o respuesta pastoral, la contribución a difundir y profundizar los documentos de la Iglesia y crear opinión pública a favor de ellos, el posible apoyo o atención a instituciones diocesanas, en la medida en que la Universidad lo pueda prestar.

Esta Universidad, consciente de la necesidad de intercambio y coordinación en orden a proyectos y programas comunes, afirma su compromiso de colaboración con las otras Universidades Católicas de España y de toda la Iglesia y más en concreto con la Federación Internacional de las Universidades Católicas, en la que está integrada. Asimismo está abierta a la cooperación con otras Universidades estatales o privadas y con otras Instituciones u Organizaciones nacionales o internacionales en apoyo de la justicia, del desarrollo y del progreso de los pueblos, continuando la tradición histórica de la Escuela de Salamanca a favor del Derecho de Gentes.

Los principios de esta Declaración orientan al quehacer universitario para que todos los miembros sumen con lucidez y confianza los desafíos teóricos y prácticos de los nuevos tiempos. De ese modo, la Universidad Pontificia de Salamanca podrá ofrecer a la Iglesia y a la sociedad un servicio cualificado en el importante campo de la cultura.

Tu futuro comienza aquí, y tú ¿quién quieres ser?

Excelencia

Elevando el potencial de cada uno de los alumnos como pilar fundamental de nuestro trabajo a partir de la última evidencia científica

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El servicio a los alumnos como acto de entrega, su formación como esencia humanizadora de nuestro trabajo

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